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22 julio 2010

Interesante debate por Facebook con Alberto Mansueti - Modelos económicos, índices de desarrollo y liberalismo económico-

Entre anteayer y ayer tuve un interesante debate por la red social Facebook con el politólogo y abogado argentino Alberto Mansueti (actualmente en Lima de asesor y dictando curso en su institución). Tuve la ocasión de conocerlo en Barranco, en donde es asesor (eso creo) del candidato al Partido Restauración Nacional (Jorge Arévalo), quién gustosamente fue quién me lo presentó de manera personal.
 
Este pequeño debate partió de la siguiente pregunta:

Carlos Cuadros Ramos: Alberto, según una encuesta del instituto Gallup, los países de Dinamarca, Finlandia, Noruega, Suecia y Holanda son los 5 primeros más felices del mundo. Eso tendrá que ver con el modelo político y económico de un país?

Le copio el enlace:
http://www.forbes.com/2010/07/14/world-happiest-countries-lifestyle-realestate-gal

Y aquí todo lo que sigue:

Alberto Mansueti: Carlitos, saludos cordiales. Mira, no creo en ese tipo de encuestas, a pesar de que me formé en Gallup International, y trabajé con ellos por 15 años en diversos países ... (incluso recibí clases del viejo George Gallup Sr, el fundador, en los '70) y no creo en ese tipo de encuestas. Las encuestas son un instrumento muy bueno y sirven mucho para estudiar y anticipar el comportamiento político, pero:

1. Las encuestas no sirven para medir la real o supuesta "felicidad" de los países. Eso es un disparate enorme!

2. Las encuestas sí sirven para las manipulaciones ideológicas, como p ej en este caso es evidente, obvio: propaganda de la socialdemocracia y su "modelo sueco". (Para aprender sobre el fracaso del modelo sueco busca el libro de Mauricio Rojas: "Suecia después del modelo sueco"...)


Carlos Cuadros Ramos: Es cierto lo que dice con respecto a que las encuestas sirven para estudiar y anticipar el comportamiento político más no miden con certeza la realidad; sin embargo también existe el Indice de Desarrollo Humano del PNUD (que no es una encuesta) y estos mismos 5 países se encuentran entre los primeros 10 o 15 en los últimos años. A ellos se agregan otros países como Islandia, Canada o Australia que siempre se encuentran entre los 15 primeros por lo general.

Olvidándonos de la encuesta (que en cierta medida no dista mucho del IDH del PNUD), acaso ese ranking de los mejores países con IDH en el mundo no tiene algo que ver con el sistema político y económico? (le repito la pregunta sin ánimos de "joder").

Alberto Mansueti: No es por joder Carlitos, ya lo sé: es por tu sesgo socialdemócrata que viene de tu contexto laboral y profesional.

El Indice de Desarrollo Humano del PNUD no es una encuesta, pero tampoco es creíble, también es un instrumento de propaganda socialista y socialdemócrata. Si alguna duda cabe, ver este disparate:

http://www.habanaupec.cubasi.cu/marz%207/23alto.htm

Carlitos, nadie en su sano juicio puede creer que "Cuba se encuentra a la par de regiones del Primer Mundo en cuanto a la calidad de vida y educación de su población y reconoció liderazgo de la Isla en el debate mundial del agua como derecho básico y universal (...) Cuba ocupa el lugar 50 entre los 177 países o territorios (...) evaluados por el Fondo de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), a partir del análisis de tres componentes básicos: una vida larga y saludable, la educación y un nivel de vida digno.... Y RESPETO A LOS DDHH!

Por favor Carlitos!!

Sobre propaganda de la socialdemocracia y su "modelo sueco" te comenté: para aprender sobre su fracaso busca el libro de Mauricio Rojas: "Suecia después del modelo sueco".

Alberto Mansueti:  Disculpa Carlitos, yo sé que tu trabajas en proyectos de las agencias onudistas y demás instituciones socialdemócratas y socialistas. Pero una cosa es que trabajes para ellas y otra cosa muy distinta que en lo íntimo de tu conciencia te tragues sus propagandas mentirosas.

¡Abre los ojos Carlitos que tu tienes mucho potencial .....!

Saludos cordiales desde Barranco.

Carlos Cuadros Ramos:  Don Alberto, le sugiero que antes que se lance con esos comentarios mejor me pregunte primero o quizá me pida el CV.

A modo de información: Trabajo en TGP, que es la empresa que transporta el Gas de Camisea. Es una empresa privada y con capital extranjero. Trabajo como relacionista comunitario, y una de mis funciones es hacer ver a la gente de los beneficios de la inversión privada.

Anteriormente también trabajé en Graña y Montero, otra empresa privada.

Y Antes de ello, en ONG´s, que como sabemos su mayoría se mueve entre el centro y la izquierda de la esfera política. Ahí trabaje en presupuestos participativos, asesorías a funcionarios de municipalidades, asesoramiento a grupos juveniles, etc.

En conclusión, trabajé en empresas privadas e instituciones no gubernamentales. Y como sabemos entre ambas hay serias diferencias ideológicas entre su gente.

Gracias a Dios, he podido estar en muchos otros ámbitos de distintos cortes ideológicos (socialdemócratas, liberales, neoliberales,etc. - y cada una de ellas con sus particularidades- le comento que casi poco he compartido con socialistas), eso me ha permitido conocer muchos colores políticos e ideológicos y con ello poder discernir de manera más objetiva mis posiciones políticas. Claro está, que ese discernimiento aún está en proceso constructivo y de aprendizaje.

Por ahora considero que el liberalismo en su ámbito filosófico y político llenan más mis expectativas, en lo económico aún no lo he leído mucho pero de manera muy general me agrada. A modo de definición considero que postulo por un liberalismo social (quizá se pueda decir como un liberalismo de izquierda si ud. quiere, o cualquier otro adjetivo que quiera utilizar -finalmente sabe a lo que me refiero-), en donde el libre mercado sea algo importante pero no lo primordial como ud. refiere en sus textos (cabe mencionar que como panfleto no ayuda académicamente a indagar y profundizar más en el tema, es más sólo menciona 2 o 3 autores), en cambio considero al individualismo, la libertad, el principio de igualdad, el derecho a la propiedad privada, la división de poderes, la secularización, la tolerancia y el respeto a los derechos humanos como postulados más importantes. Eso rescato del liberalismo. De la izquierda (si tenemos que encasillarla así, si ud. también gusta) rescato el gran valor que se le da a la justicia social y el combate hacia la cosificación de lo humano.

Económicamente, miro con mucho agrado el Estado de bienestar, que a mi modo de ver es una combinación de democracia, capitalismo y bienestar social.

En conclusión, por ahora esa es mi perspectiva y postura. Abierta siempre a seguir construyéndola a medida que sigo aprendiendo, leyendo, trabajando, enseñando y viviendo.

Slds.

Carlos Cuadros Ramos: Alberto: entonces qué instrumentos propone ud. ver para medir el desarrollo de los países?

Ud. es muy parecido a Chávez en este aspecto: Él por todos lados ve el "imperialismo" y el "capitalismo salvaje"; ud. ve por todos lados al socialismo y al estatismo. Ambos creen que su posición ideológica es la que salvará a los países de la pobreza y no existe otra más. Ambas son radicales y no admiten matices. Ambos tienen ciertas actitudes de intolerancia académica. Disculpa la comparación, sé que esto si fastidia mucho.

La derecha nos dice a nosotros "los caviares" (como ud. menciona), que somos estatistas y socialistas algo disfrazados, y la izquierda nos dice que somos capitalistas y ricos disfrazados de pobres.A quién le creemos si ambos tienen la "la verdad absoluta"?

Carlos Cuadros Ramos: Aquí está la explicación de porque Cuba aparece en ese puesto. Hay que analizar bien el IDH. El PBI de Cuba es bajísimo y seguramente en ese aspecto aparecería en el puesto 100 aprox. Si tuvieran mercado libre y no capitalismo de estado seguramente mejorarían algunas posiciones.

http://porantonomasia.wordpress.com/2010/02/10/el-curioso-caso-de-cuba-y-el-indice-de-desarrollo-humano/

Alberto Mansueti: Hola Carlitos...

1. Los índices más confiables en cuanto a desarrollo económico son los normales Carlitos: PBI, y las tasas de ahorro, capitalización, inversiones etc etc. Y ayudan los Indices de Libertad Económica que relacionan estos indicadores con los del cuadro institucinal. Hay dos: el del Heritage-WSJ y el del Fraser Institute. Están en Internet.

2. Es obvio que tu simpatizas con los modelos intervencionistas o de Economía Mixta, que son los que han imperado en América Latina desde los '30, con dos relativas cuasi-excepciones, las tímidas "primaveras" de los '60 (con los Kennedy y la APEP), y de los '90 (con el reaganismo). Pero es obvio tambén que si estos esquemas fuesen buenos, y veraz el pensamiento socialdemócrata que los sustenta, nuestros países no estarían como están, con toda esa pobreza, ¿no te parece?

3. Carlitos, las empresas privadas que operan en las áreas de influencia estatal están en estrecha dependencia ideológica del estatismo hoy en día, al igual que las ONGs que se desempeñan en esos mismos ámbitos. No hace falta ser funcionario púbico para ser estatista, y de ellos tu eres un vivo ejemplo.

4. No sé a cuál escrito mío aludes en tu crítica, yo llevo escritos 7 libros y más de 30 ensayos ... sin contar artículos.

5. Lo de Cuba sí no lo voy a discutir Carllitos... te ofenderías mucho si te dijese lo que pienso de los Castro y los castristas, y de sus apologistas.

SALUDOS CORDIALES....

Carlos Cuadros Ramos:  Efectivamente mi postura coge algo de participación estatal (no estatismo a secas), de liberalismo, de libre mercado, etc. Estado de bienester o economía social de mercado se podría parecer a lo que yo postulo. Pero ojo que no se reduce a un modelo económico, sino que va más allá, es un modelo de Estado o quizá también un modelo de desarrollo.

En ese sentido, los índices que ud. menciona son para medir el desarrollo económico únicamente. Yo intento ir más allá de lo económico (que de hecho es primordial, pues es eje importante para el desarrollo en general de un país). El índice del PNUD que coloqué miden el desarrollo económico sumado al desarrollo humano, por eso considero que es más completo y útil para medir el grado de "desarrollo" de un país.

Po otro lado, a modo de comentario, yo tengo mucha predisposición a dialogar de manera muy aperturada tanto con radicales socialistas o radicales del liberalismo económico (Mi primera impresión es que ud. más que un liberal a secas es un seguidor radical del liberalismo económico). Y si veo que hay elementos importantes en cualquier postulado ideológico pues lo escucho y posiblemente lo puedo adaptar a los míos sin problema. (llámelo postura postmoderna, relativista, o como desee).

Insisto finalmente: Los de extrema izquierda o socialistas me llaman capitalista disfrazado, y los liberales como ud. (no todos) estatistas o caviares (los de izquierda también nos llaman así en ciertos casos). ¿A quién le creo, quien tiene la verdad absoluta para creerle?

Alberto Mansueti: Sorry Carlitos,

1. Los dos índices de Libertad económica que te mencioné incluyen variables del cuadro institucional, pero no los has consultado...

2. Sobre socialdemocracia sueca te mencioné a Mauricio Rojas pero tampoco lo has consultado ....

Sigues en tus trece y te niegas a investigar fuentes nuevas, que desafíen tus ideas formadas. Así no vas a aclararte mucho Carlitos.

Y tampoco te ayuda mucho el relativismo posmoderno (la hostilidad a lo que llamas "verdad absoluta"), y el "extremismo de centro". Deberías interesarte un poquito por la filosofía realista, me parece que buena falta te hace.

Otra cosa: ¿tu "predisposición a dialogar de manera muy aperturada" se reduce a Facebook nada más? Recuerdo que te invité a quedarte un rato cuando pasaste por la ELG, para conversar en persona, pero no lo hiciste ....

OK por fin: disculpa pero honestamente no creo que avances mucho de ese modo Carlitos; preveo que te quedarás "estacionado" y estancado en tu posición, sin investigar cosas nuevas para ti, que desconoces.

Sin embargo te deseo lo mejor... Saludos!

Carlos Cuadros Ramos: Si revisé ambos índices. Provienen del liberalismo económico(sesgado), por ende se reduce a la variable "economía". El del PNUD incluye la variable económica + otras variables = más completo para medir el desarollo de un país.

Sobre nuevas fuentes: estoy leyendo su libro "La salida", y ayer descargué el libro de Mauricio Rojas. Conclusión: si me interesa leer otras fuentes. Pero también leo fuentes de todos los "credos" e "ideologías", eso me ayuda a estar menos parcializado.

Un abrazo, espero estar pronto en Lima.

Alberto Mansueti: Lees, pero no parece. Porque en los dos índices que te mencioné, abundan las variables no económicas:

http://www.freetheworld.com/2004/efw2004ch1.pdf

http://www.heritage.org/research/reports/2010/07/mostly%20free%20the%20startling%20decline%20of%20americas%20economic%20freedom%20and%20what%20to%20do%20about%20it

LEE BIEN, CARLITOS ...

Carlos Cuadros Ramos:  Claro, se mide el tamaño del gobierno, la estructura jurídica, etc.y todo ello para medir en primordial término la libertad económica más no el desarrollo de un país (dos cosas muy distintas)

Alberto Mansueti: Carlitos, los dos índices demuestran a las claras que de la libertad económica depende estrechamente el desarrollo de un país!

No seas tan terco por favor, que voy a dudar de tu honestidad intelectual!!

Alberto Mansueti: Acabo de postear el link para el test (excelente) de la honestidad intelectual... (de Harry Browne, un randiano)

¿Podrías hacerte tu ese test Carlitos?

Carlos Cuadros Ramos:  De lo que acaba de decir deduzco que si no estoy de acuerdo con ud. (que de la libertad económica -y únicamente de eso- depende el desarrollo de un país) entonces soy terco y también deshonesto. Tengo que estar de acuerdo con ud. para tener el panorama claro? No es acaso eso intolerancia académica?....espero sinceramente equivocarme, pues estos diálogos con ud. me gustan porque así aprendo más (de hecho respeto y admiro su trayectoria, por eso lo leo).

Carlos Cuadros Ramos:  Muy bueno el test! sin embargo, podría ser deshonesto y decirle el resultado del mismo a mi conveniencia. Prefiero que me siga conozca más ( antes de tener prejuicios errados sólo por no estar en la misma línea ideológica que ud.)

Alberto Mansueti: Carlitos, me remito a la pregunta 1...:

1. How often have you changed or abandoned a deeply held belief because of either (a) personal experience or (b) a persuasive argument backed by compelling evidence?

... porque la evidencia en favor de la libertad económica y en contra de los sistemas socialistas y mixtos es abrumadoramente COMPELING! ...

Carlos Cuadros Ramos:  Lo que dice es completamente cierto, y en ningún momento lo puse a prueba. Si tomamos en cuenta los índices que me mandó, eso lo demuestra claramente: los primeros países en el ranking cuentan con libertad económica (con ciertas diferencias unos de otros ciertamente).

Eso no está en discusión. Lo que pongo a discusión es el determinismo económico para medir el desarrollo de un país y su liberalismo en sentido casi extrictamente económico. Ahora me comprende, o seguimos en la misma?

Alberto Mansueti:  Es que me atribuyes posiciones como "determinismo económico" y "liberalismo en sentido casi extrictamente económico" que no son las mías, Carlitos. Las mías están en mis libros, ensayos y artículos.

Carlos Cuadros Ramos: Pareciera don Alberto, su énfasis a las libertades económicas con un Estado 100% limitado lo dice así. (Digo énfasis, no digo tratamiento económico al 100%; también hay algo de filosofía realista y algo más).

Ahora, doy pié a dudar de lo que digo de ud. (aún sólo voy leyendo 1 libro suyo y comentarios FB) con lo que menciona. Seguiré leyéndole y conociéndole (apertura académica y capacidad de identificar una pluralidad de argumentos y posturas ideológicas; y por cierto, de respetarlas).

Alberto Mansueti: Carlitos, por favor, teclea 'Alberto Mansueti' en Google. Casi toda mi producción está en la Web (salvo los artículos cortos para la prensa diaria que escribía en Venezuela). No es para que todo el mundo esté de acuerdo, es sólo para que no se me atribuyan posiciones que no son las mías.....

Continuará...

19 diciembre 2007

Guillermo Rochabrún

A propósito de la presentación de su libro:
"Batallas por la teoría. En torno a Marx y el Perú."

Martín Tanaka escribe en su blog:


Guillermo Rochabrún, marxista crítico
Martín Tanaka
Instituto de Estudios PeruanosDiciembre de 2007

Ha sido publicada recientemente una antología de textos de Guillermo Rochabrún, que reune trabajos dispersos y de difícil acceso, así como algunos inéditos, que permite apreciar en toda su magnitud el aporte de varias décadas de trabajo académico (Batallas por la teoría. En torno a Marx y el Perú. Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2007, 559p.). Este libro es, entre otras cosas, un merecido homenaje y reconocimiento al gran maestro de generación tras generación de estudiantes de sociología de la Pontificia Universidad Católica, quien a través de los cursos de teoría nos formó como sociólogos, y a un autor importante, cuya valiosa producción lamentablemente no ha tenido la resonancia que merece.

Todos los que tuvimos el privilegio de tenerlo como profesor podemos decir que Rochabrún no solamente hace lo que debe hacer un profesor de teoría, que es reseñar autores y corrientes, y mostrar su utilidad, pertinencia y aplicación práctica. Lo que hace único a Rochabrún es que nos enseñó a pensar, a razonar, con rigor, disciplina, precisión, con un sentido profundamente crítico. Esto lo ha convertido en un auténtico maestro, por lo que tantas generaciones de estudiantes le guardamos gratitud y cariño. Evidentemente, Rochabrún está exonerado de toda responsabilidad por lo que hayamos hecho sus alumnos después...

Pero no me referiré aquí a su trabajo docente, sino a su producción académica, reunida en este libro. Dije que se trata de una producción valiosa sin la recepción, influencia, que mereció: ¿por qué? Creo que porque Rochabrún ha sido un intelectual insular y un marxista crítico. La clave de su relativo aislamiento acaso explique también su lucidez.

Respecto a su carácter insular; el autor menciona en la fascinante introducción del libro, en la que reseña su biografía intelectual (“Un marxista académico ante el espejo”), que ha sido básicamente un profesor universitario, que no ha pasado por partidos políticos, no ha trabajado en ONGs, no ha sido activista en colectivos sociales o parte de grupos intelectuales (salvo su paso por la Revista Sociedad y Política, en la que Rochabrún era un “junior” al lado de figuras como las de Aníbal Quijano o Julio Cotler), es decir, no ha tenido un grupo que haya hecho suyas sus ideas, que las defienda y promocione, a pesar de la importancia de sus aportes, como veremos a continuación. Otro asunto que explica la difusión de sus ideas es que lo fundamental de sus aportes se ubica en una perspectiva marxista crítica, lo que, en un país poco acostumbrado al debate, en medio de una comunidad académica que en cierto modo renegó del marxismo, reforzó también esta insularidad. Volveré sobre este asunto más adelante.

Llama la atención, al releer los textos de Rochabrún, constatar su lucidez, anticipación de temáticas de desarrollo posterior, y contrastar esto con su escasa difusión. Veamos algunos de sus textos de teoría marxista, la base del pensamiento del autor. Está su crítica a los fundamentos de la economía neoclásica, “La zanahoria y el asno: para un análisis crítico de la noción de escasez”, de 1977, pero publicado recién en 1999, en donde se adelanta el análisis de lo que hoy llamaríamos la existencia de bienes públicos y privados, la presencia de externalidades, y la internalización de externalidades a través de precios para compensar las externalidades negativas, ideas centrales de la teoría de la elección pública, pero que en su momento no generaron mayor debate.

Uno lee hoy trabajos como el clásico “Base y superestructura en el ‘Prefacio’ y en El Capital”, de 1977, y se pregunta por qué Rochabrún no estuvo terciando en debates centrales de la teoría marxista como los que enfrentaron a Louis Althusser, Edward Thompson, Perry Anderson y otros. Recuerden que Miseria de la teoría de Thompson es de 1978, y Teoría, política e historia. Un debate con E.P. Thompson, de Perry Anderson, es de 1980. Lo que estos autores están debatiendo son temas centrales referidos precisamente a la relación entre base y superestructura, debate fundamental en la historia del marxismo y del pensamiento social en general, que se puede frasear como el debate entre agencia y estructura, para ponerlo en los términos de Giddens, quien también parte de la obra de Marx para abordar esta discusión (en su libro La constitución de la sociedad, de 1984).

El aporte de Rochabrún es resolver este debate apelando a la idea de que se trata de una oposición falsa, cuya naturaleza es revelada mediante el análisis de El Capital. Según el autor, en El Capital las cosas están planteadas de modo que los elementos “superestructurales” son parte intrínseca del orden económico-social. En el análisis del capitalismo Marx muestra cómo en su dinámica, que da lugar a las clases sociales, se entrecruzan elementos económicos, sociales e institucionales. Sobre esta base, no se erige la superestructura jurídico-política, sino discurre la historia, los conflictos entre las clases sociales, en un escenario abierto y contingente (el mundo de lo político), donde cada realidad requiere un análisis particular. De esto se deriva que el estudio de las clases y de la política concreta no debe consistir en “aplicar” las categorías marxistas, sino partir del estudio del funcionamiento del capitalismo en la realidad concreta, y cómo allí surgen las clases y se desarrolla la política con contornos particulares. Un intento de hacer esta aproximación al estudio del caso peruano es otro texto clásico, “Apuntes para la comprensión del capitalismo en el Perú”, de 1977, que da pistas fundamentales para no deducir la realidad desde la teoría, típico vicio estructuralista, sino analizar cómo las determinaciones del capitalismo adquieren perfiles propios al operar en el medio peruano. Rochabrún habla así de un capitalismo “subdeterminado”.

A propósito, desde este punto de vista podría pensarse un tema de debate actual, la capacidad del desarrollo capitalista para articular al conjunto de la población del país, especialmente a los sectores pobres y excluidos. Para Jaime de Althaus, en La revolución capitalista en el Perú (FCE, 2007) el actual tipo de crecimiento, a diferencia del pasado, tiene mayor capacidad de generar eslabonamientos y dar lugar a un desarrollo inclusivo. Algunos críticos de Althaus cuestionan lo que consideran un optimismo excesivo, señalando que se trata de la extrapolación de un periodo todavía muy corto de crecimiento. Desde el punto de vista sugerido por Rochabrún, el problema no sería cuantitativo, sino cualitativo: en el país se amplían los circuitos mercantiles, los mercados, el uso del dinero, pero no desaparecen relaciones sociales no capitalistas, lo que termina debilitando la expansión y los procesos de acumulación. Estas ideas permiten entender porqué a pesar del crecimiento económico la pobreza persiste, así como el descontento ciudadano con el rumbo del país.

De este modo, en la década de los años setenta, mientras la izquierda y los académicos de izquierda, al inicio de la crisis asociada con el modelo nacional-popular-estatista, proclamaban el inminente colapso del capitalismo y diagnosticaban la existencia de una “situación prerevolucionaria”, Rochabrún por el contrario llamaba la atención sobre la debilidad del capitalismo para dar cuenta de la dinámica general del país. Aquí encontramos a un marxista crítico, lejano del predominante “folklore marxista” tal como lo califica el autor, en medio de los debates sobre la feudalidad, semifeudalidad, el carácter dependiente o periférico de nuestro capitalismo, entre otros.

El tipo de aproximación de Rochabrún habría permitido encarar de manera provechosa el debate sobre la relación entre la teoría marxista, las clases sociales y la realidad latinoamericana, debate que no llegó a darse de manera cabal en nuestro país. Esta manera de pensar las cosas estuvo relativamente ausente, soterrada en el contexto del peso abrumador de la influencia del estructuralismo. Estos temas se debatían en la región sin participación peruana. Ver por ejemplo lo que considero una verdadera joya bibliográfica, de Raúl Benítez, coord.: Las clases sociales en América Latina. Problemas de conceptualización. México, Siglo XXI, eds., 1973; donde debaten sobre el tema, entre otros, Alain Touraine, Nicos Poulantzas, Hernando Henrique Cardoso, Manuel Castells, Florestan Fernandes, Rodolfo Stavenhagen, Francisco Weffort, Gino Germani, Edelberto Torres Rivas, reunidos en un seminario en Mérida de 1971 (ningún peruano allí: aunque en la introducción se menciona la lamentable ausencia de Aníbal Quijano, que por alguna razón no llegó). Aquí uno encuentra, sobre todo en las intervenciones de Cardoso, el llamado a historizar la temática de las clases en el contexto latinoamericano, a analizar las características específicas del desarrollo del capitalismo en la región; esta fue una línea de reflexión presente en otros países latinoamericanos, pero casi ausente en el Perú, más allá de los trabajos de Rochabrún .

977. El Perú, junto a toda la región, iniciaba procesos de transición a la democracia. El sentido común marxista pensaba la democracia como una mera fachada legal que encubría la dominación de clase. ¿Cómo pasar al escenario democrático desde estas premisas? En el cono sur el aprendizaje del valor de la democracia se realizó por el trauma de la represión de las dictaduras, como señalaron Norbert Lechner y muchos otros autores . En el caso peruano la cosa fue más difícil, dado el carácter reformista del gobierno militar de Velasco. Es más, el velasquismo de algún modo implementó y agotó el arsenal de reformas de la izquierda peruana (“Izquierda, democracia y crisis en el Perú”, de 1988). Sin embargo, hay otro texto de Rochabrún que permite salir del atolladero, “Economía y política en el análisis del capitalismo y de la sociedad en América Latina”, de 1981. En ese texto la democracia aparece no como el resultado necesario de la forma de producción capitalista, sino como resultado contingente de la lucha de clases. En esto Rochabrún se pone a la par de trabajos como los de Adam Przeworski, quien defendería tesis similares en libros posteriores, como Capitalismo y socialdemocracia, de 1985, o Paper Stones. A History of Electoral Socialism, de 1986, entre muchos otros.

Sin embargo, en nuestro país se produjo un cambio de paradigma sin ajuste de cuentas; las izquierdas pasaron en lo político del paradigma de la revolución al de la democracia, sin mayor explicación. El problema es que en lo académico también se dio una mudanza equivalente, de la preocupación por las clases sociales a la de los movimientos sociales, actores visibles en el contextos de las luchas contra las dictaduras y los procesos de democratización; y de la reflexión sobre el carácter de la sociedad, a la preocupación sobre la democracia como régimen. Esto es resultado de las estrechas relaciones (al punto de indistinción) en esos años entre activismo político y reflexión académica. Rochabrún se mantuvo como teórico marxista, con lo que quedó relativamente aislado en medio del viraje de las ciencias sociales. Pero al ser un académico marxista crítico, también quedó aislado de las ortodoxias marxistas que continuaron el década de los años ochenta.

Así, Rochabrún, desde las ideas centrales e intuiciones de Marx, quedó como un crítico de las modas intelectuales, de los paradigmas y sentidos comunes existentes en nuestras ciencias sociales. Ahora bien, cabe destacar que lo que ocurrió con las ciencias sociales le ocurrió también a Rochabrún, solo que más gradualmente. Rochabrún relata en la introducción cómo con los años se fue alejando él también del marxismo, hasta el punto de pensar que “el pensamiento de Marx tiene mucho que decir en algunos casos, poco o nada en otros, y no puede pretender dirigir el conjunto” (p. 59). Si algún reproche cabe hacer a Rochabrún es que él era probablemente la persona más preparada para llevar adelante un ajuste de cuentas con Marx y con las corrientes del marxismo, y de proponer maneras de pensar el Perú y el mundo contemporáneo. Lo hizo muy parcialmente.

Me viene a la mente el caso de Jon Elster, en Una introducción a Karl Marx, de 1991. Allí Elster se pregunta qué está vivo y qué está muerto en Marx, y responde: está muerto el socialismo científico, el materialismo dialéctico, la teleología y el funcionalismo, la teoría económica, y la teoría de las fuerzas productivas y las relaciones de producción. ¿Qué vive? El método dialéctico, al menos una versión de él; la teoría de la alienación; la teoría de la explotación y la concepción de Marx de la justicia distributiva; la teoría del cambio técnico; la teoría de la conciencia de clase, la lucha de clases y la política, aunque con límites; y la teoría de la ideología, que está agonizante, pero debe ser resucitada. En nuestro medio no encontramos ningún esfuerzo equivalente.

El camino que siguió Rochabrún fue asumir el papel de crítico, desde lo que podríamos llamar los fundamentos de un método marxista. Recuerdo alguna reunión no hace muchos años en la Universidad Católica, entre profesores de la facultad de ciencias sociales y algunos profesores extranjeros visitantes. Quedamos en hacer una breve rueda de presentación de cada uno; por ejemplo yo dije mi nombre y añadí que me interesaban los partidos, la democracia, los movimientos sociales. Otros dijeron otras cosas, según su especialidad. Cuando le tocó el turno a Rochabrún, dijo: “yo critico lo que hacen ellos”. Antonio Cisneros, en Canto ceremonial contra un oso hormiguero, llamó a Marx “viejo aguafiestas”. Podría decirse que Rochabrún con sus posiciones críticas ha ocupado la misma posición, de permanente y lúcido aguafiestas (no estoy llamando viejo al maestro, por si acaso). Esto explica también su insularidad. Tarea necesaria, imprescindible, pero ingrata.

Uno de los ángulos principales desde el cual Rochabrún ejerció la crítica parte de su carácter de marxista crítico. Al pasarse de la década de los setenta a los ochenta, la izquierda pasó como vimos del paradigma de la revolución al de la democracia, y también los científicos sociales y las ONGs asociados a ésta. Las circunstancias corrieron mucho más rápido que la capacidad de procesar los cambios. Rochabrún resalta que el paso se dió sin hacer un balance, un ajuste de cuentas; por ello, se arrastraron a la etapa “democrática”, sin advertirlo, algunos de los vicios de la etapa marxista. En la década de los años setenta el autor criticó una visión esencialista del proletariado, visto como una suerte de motor de cambio “llamado por la historia”; en la de los ochenta, el lugar que ocupó la clase obrera empezó a ser ocupado por los nuevos movimientos sociales (ver “Del mito proletario al mito popular”, de 1992). De allí que Rochabrún abogue por una saludable y necesaria autonomía de la academia frente a la política.

El autor fue así un crítico del entusiasmo frente a los movimientos sociales (ver por ejemplo “Izquierda, democracia y crisis en el Perú”, de 1988). Llega el momento de hacer evaluaciones: Rochabrún tuvo razón. Los nuevos movimientos sociales mostraron rápidamente sus límites como expresión de un nuevo orden social, o en términos de su potencial “democratizador” . Ahora bien, yo sostengo que la crítica de Rochabrún puede perfectamente extenderse hasta el presente: el voluntarismo en el análisis de la clase obrera y de los movimientos sociales se expresa hoy en la apuesta por la sociedad civil y de la participación ciudadana como remedios a los límites de la democracia representativa. Llama la atención cómo en la izquierda política, algunos intelectuales y ONGs, persisten estilos de razonamiento y de trabajo, a pesar de la magnitud de los cambios ocurridos en las últimas décadas.

Rochabrún fue también contra la corriente al cuestionar la centralidad de Sendero Luminoso como fenómeno para pensar el conjunto de la sociedad peruana; en algún texto sostuvo que probablemente el país no cambiaría mucho si es que Sendero Luminoso no existiera. De otro lado, el autor llamó la atención sobre la extrañeza que despertaba en las ciencias sociales, a pesar de que Sendero compartía con la izquierda un tronco común, y lo que hacía era llevar a la práctica postulados que muchos otros grupos tenían (“Sendero Luminoso y las profundidades del Perú”, texto inédito de 1989).

También estuvo a contracorriente cuando planteó que las tradiciones racistas, estamentales y excluyentes como forma de organización social no resultaban más válidas en el país, a pesar de que subsistieran en el plano de los imaginarios y de algunas prácticas (ver “Los tiempos y las crisis”, de 1986), planteamiento que retoma el cuestionamiento a la idea de la existencia de una “herencia colonial”, que expuso en su reseña crítica al libro Clases, Estado y nación en el Perú ((La visión del Perú de Julio Cotler. Un balance crítico, de 1978).

Más adelante, en la década de los años noventa, Rochabrún cuestionó la tesis de la existencia de una cultura autoritaria en las clases populares para explicar su apoyo al fujimorismo, y buscó entenderlo apelando a los intereses, la racionalidad y el pragmatismo de los sectores populares (“Descifrando el enigma de Alberto Fujimori”, de 1996). Aquí nuevamente encontramos la idea de que el diagnóstico errado de la existencia de una cultura autoritaria es un espejo de la idea, errada también, de que habría habido una cultura democrática en la década de los años ochenta (ver “¿Crisis de paradigmas o falta de rigor?”, de 1994). También cuestionó la apuesta por la “informalidad”, como clave para el desarrollo capitalista y la renovación social (“De madres de familia a capitalistas: las trampas de la informalidad”, de 1994); también la tesis de la existencia de un problema de representación política (que centra la responsabilidad en la oferta política), y llamó la atención sobre los problemas de representabilidad de los representados, en un contexto de fragmentación y desarticulación social (“El problema está en los representados”, de 2003); así como la idea de la existencia de una grave polarización social en la coyuntura del año 2000 (“¿Polarizaciones...? ¡Las de mi tiempo! Electorado y ciudadanía en los 90 y en el 2000”, de 2000); todo esto en textos de formato breve, pero no por ello menos sustanciosos.

En suma, el libro de Rochabrún condensa la trayectoria de un intelectual cuya lucidez provino de su independencia, de su insularidad, de un trabajo académico riguroso, que no temió ir contra la corriente, y asumir el papel de crítico y de aguafiestas; que tuvo en el marxismo el punto de partida de su reflexión: alejado del “folklore marxista”, y fiel a la idea de ver la realidad como “síntesis de múltiples determinaciones”, y “unidad de lo diverso”, como lo señalara en uno de sus primeros textos, “¿Hay una metodología marxista?”, de 1974). Por todo ello, este libro es un merecido homenaje y una muestra de gratitud para el maestro.